El pastor camina en paz por su vida fácil y tranquila junto a su perro y sus ovejas. Aún no es capaz de ver las fuerzas invisibles que mueven los hilos de la sed de oro y ron. Todavía no puede intuir el pacto que lo llevará a lo más hondo de su ser y que lo hará enfrentarse a su propio reflejo, a su verdadero fondo.
Segundo don Juan Tenorio, alma fiera e insolente, irreligioso y valiente, altanero y reñidor. Siempre el insulto en los ojos, en los labios la ironía, nada teme y todo fía de su espada y su valor. Siempre en lances y en amores, siempre en báquicas orgías, mezcla en palabras impías un chiste y una maldición. En su arrogancia y sus vicios, caballeresca apostura, agilidad y bravura, ninguno alcanza a igualar; que hasta en sus crímenes mismos, en su impiedad y altiveza, pone un sello de grandeza don Félix de Montemar. Adaptación de El Estudiante de Salamanca de José de Espronceda, obra cumbre del Romanticismo español, a cargo de Ricardo Vílbor y Rodrigo Vázquez.